Desde diciembre del 2003, cuando se interrumpieron los 12 años de gobiernos radicales, Roca tuvo 35 personas diferentes desempeñando el cargo de concejal de la ciudad.
Algunos de ellos no pudieron, pero la gran mayoría nunca quiso hacer del Presupuesto municipal una ordenanza donde la independencia del Deliberante quede de manifiesto.
Roca tiene muchos ámbitos en los que puede sentirse orgulloso por los rasgos distintivos aportados por la gestión que gobierna desde hace casi dos décadas.
Pero esa realidad no alcanza para ocultar que acá, como en pocos lugares, acumulamos ya 17 presupuestos aprobados a libro cerrado.
Si esa consecución de silencios formales del Legislativo no significa sometimiento ante el Ejecutivo, tendremos que entender que Roca es la tierra de los intendentes infalibles.
¿Nada, absolutamente nada de lo proyectado por los tres mandatarios que tuvo la ciudad durante los últimos años era perfectible? ¿Nadie -principalmente entre los 25 hombres y mujeres que integraron el bloque oficialista- tuvo el impulso de presentar una idea superadora ante lo que llegaba escrito desde la Intendencia?
La aprobación de las proyecciones para el 2021, concretada la semana pasada, echó por tierra las expectativas de observar un camino menos guiado por parte de la nueva gestión del Deliberante.
Los indicios de la extensión de esa dependencia habían aparecido en la convocatoria a la audiencia pública, cuando lejos de propiciar la participación de los vecinos, se plantaron varios obstáculos. El más ridículo: la exigencia de presentar la constancia de voto en las últimas tres elecciones para poder hacer uso de la palabra y opinar sobre el Presupuesto.
Ese camino minado habla del persistente temor del oficialismo roquense ante las voces que no repiten el libreto escrito en el despacho principal de Mitre 710.
El gobierno y sus concejales no ven en el debate del Presupuesto una oportunidad de nutrir su proyecto con aportes externos.
Prejuicioso y desconfiado, el oficialismo asume de antemano que todo aquél interesado en hacer escuchar su voz trae consigo una crítica malintencionada. Y ante ese imaginario, edifica muros para neutralizar la participación.
De otra manera no se explica la respuesta formal que enviaron las autoridades del Concejo a los dos participantes en la audiencia pública de este año.
El escrito de dos páginas que recibió uno de ellos rebate punto por punto los planteos que se hicieron para modificar partidas y lograr una mejor llegada del Estado a distintos sectores.
Lo más llamativo es que el vecino recibió la respuesta antes de que el Presupuesto se debatiera formalmente en el recinto. Es decir que la Presidencia no actuó desde su rol institucional -que en esa instancia no hubiese merecido más que un agradecimiento por la participación, a la espera de lo que definan los ediles- sino que operó desde un rol partidario, confrontando con el vecino y diciéndole que estaba equivocado en sus apreciaciones.
Una vez más, las formas quedaron de lado. Los límites que separan a los poderes del Estado siguen borrosos. Lo preocupante de ese cuadro es la naturalización, porque eso ocurre delante de 100.000 roquenses y pocos parecen preocupados por mejorar la calidad institucional.
Por: Hugo Alonso halonso@rionegro.com.ar