Las señales de alerta son cada vez más intensas. Es como una luz roja que con el paso de los días se pone más potente. El sistema de salud rionegrino en el Alto Valle está dando muestras de agotamiento y pocas señales de cambio.
Y se nota más en Roca o Cipolletti porque tienen centros de mayor complejidad y reciben pacientes de otras localidades. Pero no hay hospital que se salve en estos días de la saturación y la alta demanda.
Coronavirus a la cabeza y las cuestiones de siempre colapsan el sistema que se está quedando sin respuestas ante situaciones previsibles.
El caso de la enfermera de Regina es grave. No sólo porque no tuvo una habitación disponible para el post operatorio, sino porque la derivación demoró más de lo debido. El punto de partida fue una cesárea para que naciera su primer hijo. Y esa demora también es atribuible a la misma saturación de la que hablamos, donde no sólo terapia intensiva siente los efectos directos.
También se nota el cansancio en los trabajadores y eso tarde o temprano también impactará en la atención. Una baja de un empleado de salud se multiplica por cada paciente que atiende ese trabajador, es decir, se nota y mucho.
A la par la gente, los usuarios del sistema, miran a Viedma y esperan respuestas que no llegan y en el mejor de los casos tardan demasiado. No es un momento fácil para nadie, menos para los gobernantes, pero en estos escenarios es donde más se aguardan soluciones o paliativos que den certezas, tranquilidad a la gente que imagina y se pregunta en qué escenario caeríamos si nos tocara la atención en este marco.
Y tal vez eso es lo que faltan, respuestas, certezas y ciertas garantías esenciales para los enfermos.
Es necesario un rol más protagónico del ministro Fabián Zgaib, y menos dependencia de Nación en la materia. Río Negro tiene su propia dinámica en esta pandemia y será necesario fijar prioridades de inmediato para que este sistema pueda asegurar atención y cama a cada paciente que lo demande.
Por: Jorge Vergara jvergara@rionegro.com.ar