De la misma forma que en los seres humanos, el sistema de transporte público de Roca padece consecuencias mucho más graves por la covid-19, porque arrastra males preexistentes.
Cuando la pandemia tocó suelo argentino y roquense, la red urbana de colectivos ya era un paciente en terapia intensiva, apenas recuperándose de la crisis del último trimestre del 2019, donde una dosis de subsidios permitió evitar a último momento lo que parecía un colapso definitivo.
Un mes y medio de cuarentena, con una caída del 95% en la cantidad de boletos cortados, pusieron a la empresa 18 de Mayo nuevamente en una fase crítica, en la que ya no se sabe si la receta de los aportes estatales tendrá el mismo efecto que el año pasado.
Pero hay una diferencia sustancial entre la crisis sanitaria y el dramático escenario del transporte roquense.
La primera fue abordada con rapidez y -hasta ahora- efectividad para que la cantidad de casos graves no sobrepasen la capacidad del sistema de salud.
Los problemas que padecían los 10.000 vecinos usuarios habituales de los colectivos urbanos, el pozo financiero de la empresa concesionaria, la falta de garantías para que los 80 trabajadores cobren sus sueldos en tiempo y forma, fueron señales de alarma que surgieron durante muchos meses, pero nunca tuvieron una respuesta acorde a los males que presagiaban.
En pocas palabras, la gestión municipal anterior hizo poco por “achatar la curva”, dejó que esos focos de infección circularan libremente y cuando quiso reaccionar, la interrelación entre ellos provocó un pico de contagios: la empresa fundida, los empleados con los bolsillos vacíos, los usuarios pagando mucho por un servicio deficiente… y un Estado sin capacidad de respuesta ante tamaña demanda.
La gestión actual ensayó una terapia, con una licitación apurada, que esperanzó primero con el supuesto interés de varias empresas, pero que chocó después contra la realidad: tan viciado estaba el ambiente que nadie más que los habituados a ese clima se animaron a presentar una oferta en la licitación.
Y en esa imagen de encrucijada, el gobierno apareció como si no tuviera más opción que renovar el vínculo por al menos 10 años más con ese prestador de salud endeble.
Puede molestar, puede desalentar, pero lo que seguro no puede generar el escenario actual es sorpresa. Todos sabían en el municipio que a la mínima brisa en contra, el sistema de transporte iba a tambalear.
La reactivación de buena parte de la economía que se experimentará desde esta semana y la renovación del esquema de subsidios nacionales que anunció el gobierno provincial seguramente alentarán a pensar que lo peor ya pasó.
Pero la sucesión de crisis debería dejar claro a las autoridades que esos remedios sólo son placebos y que el sistema necesita en realidad una profunda transformación.
Y para ese caso, vale recordar un dato: la responsabilidad principal es del municipio y no de la empresa, porque se trata de un servicio público concesionado por el Estado. Ahí está el poder. Ahí está el peso mayor de las decisiones.
#Roca #RioNegro #Noticias
May 16, 2020 at 11:19AM vía la comuna
Cuando la pandemia tocó suelo argentino y roquense, la red urbana de colectivos ya era un paciente en terapia intensiva, apenas recuperándose de la crisis del último trimestre del 2019, donde una dosis de subsidios permitió evitar a último momento lo que parecía un colapso definitivo.
Un mes y medio de cuarentena, con una caída del 95% en la cantidad de boletos cortados, pusieron a la empresa 18 de Mayo nuevamente en una fase crítica, en la que ya no se sabe si la receta de los aportes estatales tendrá el mismo efecto que el año pasado.
Pero hay una diferencia sustancial entre la crisis sanitaria y el dramático escenario del transporte roquense.
La primera fue abordada con rapidez y -hasta ahora- efectividad para que la cantidad de casos graves no sobrepasen la capacidad del sistema de salud.
Los problemas que padecían los 10.000 vecinos usuarios habituales de los colectivos urbanos, el pozo financiero de la empresa concesionaria, la falta de garantías para que los 80 trabajadores cobren sus sueldos en tiempo y forma, fueron señales de alarma que surgieron durante muchos meses, pero nunca tuvieron una respuesta acorde a los males que presagiaban.
En pocas palabras, la gestión municipal anterior hizo poco por “achatar la curva”, dejó que esos focos de infección circularan libremente y cuando quiso reaccionar, la interrelación entre ellos provocó un pico de contagios: la empresa fundida, los empleados con los bolsillos vacíos, los usuarios pagando mucho por un servicio deficiente… y un Estado sin capacidad de respuesta ante tamaña demanda.
La gestión actual ensayó una terapia, con una licitación apurada, que esperanzó primero con el supuesto interés de varias empresas, pero que chocó después contra la realidad: tan viciado estaba el ambiente que nadie más que los habituados a ese clima se animaron a presentar una oferta en la licitación.
Y en esa imagen de encrucijada, el gobierno apareció como si no tuviera más opción que renovar el vínculo por al menos 10 años más con ese prestador de salud endeble.
Puede molestar, puede desalentar, pero lo que seguro no puede generar el escenario actual es sorpresa. Todos sabían en el municipio que a la mínima brisa en contra, el sistema de transporte iba a tambalear.
Pero la sucesión de crisis debería dejar claro a las autoridades que esos remedios sólo son placebos y que el sistema necesita en realidad una profunda transformación.
Y para ese caso, vale recordar un dato: la responsabilidad principal es del municipio y no de la empresa, porque se trata de un servicio público concesionado por el Estado. Ahí está el poder. Ahí está el peso mayor de las decisiones.
#Roca #RioNegro #Noticias
May 16, 2020 at 11:19AM vía la comuna