Volvió la Feria de la calle Maipú. Se terminaron ocho meses con las puertas cerradas para más de 500 familias roquenses que buscaban unos pesos extras para vivir a partir de la venta de usados, artesanías, plantas y mucho más.
Desde la perspectiva social, el regreso provocará un alivio para un importante grupo de vecinos que no tienen empleo formal y que transitan con angustia la pandemia.
Pero sería equivocado mirar el escenario sólo desde ese lugar.
Especialistas argentinos y de todo el mundo advierten que flexibilizar las pautas de aislamiento no conducen linealmente a una recuperación de la actividad económica.
En épocas como esta, donde la incertidumbre todavía abraza a la mayoría, la conducta dominante a la hora del consumo es principalmente conservadora.
El dato que realmente otorgará confianza y alentará la compra de bienes y servicios será la baja pronunciada de la curva de contagios, algo que en Roca y en Río Negro no parece cercano. La otra alternativa sería la llegada de la vacuna y la inmunización de buena parte de la población, un escenario que se ve próximo pero no inmediato.
De manera que reactivar una feria como la existente en la calle Maipú obliga a tomar varios recaudos por parte del municipio.
En principio, un esquema de organización para que el predio no quede desbordado.
El primer fin de semana parece haber terminado en calma, pero el viernes hubo tensión porque los admitidos formalmente para instalar un puesto fueron 350 y se temió que una importante franja de emprendedores presionara para entrar o se instalara en las inmediaciones, complicando los controles sanitarios.
El otro desafío importante para el gobierno local está en el mensaje que emite hacia los comerciantes formales de la ciudad.
La línea que separa al sentido social de la competencia desleal es muy delgada en la calle Maipú y el municipio decidió caminar sobre ella.
En consecuencia, deberán ser muy eficientes los controles en la feria para evitar que los dueños de negocios en el centro y en los barrios, que este año hacen malabares para seguir abiertos, no sientan que el propio Estado que les cobra las tasas promueve la venta por la vía informal de los mismos productos que ellos ofrecen.
Porque en la calle Maipú el abanico es amplio. Están los que realmente buscan una ganancia mínima que les permita comprar insumos básicos para su familia, pero también se sabe sobre la presencia de artículos nuevos o de dudosa procedencia que nada tienen que ver con el objetivo del proyecto.
Está muy bien que desde el Estado se decidiera atender las demandas de esos microemprendedores que encuentran en las transacciones al aire libre una oportunidad de ingresos para cubrir sus necesidades básicas.
Pero esa urgencia no debe correr de vista lo importante. La recuperación económica de la ciudad se consolidará de la mano de los proyectos privados que pueden generar trabajo y que pagan tasas e impuestos para que precisamente los presupuestos municipales, provinciales y nacionales cuenten con fondos para destinar a los sectores más vulnerables.
Avanzar sin caer de ningún lado de la línea implica tomar decisiones con sensibilidad social, apego a las normas y mirada estratégica. Buen momento para demostrar cuánto hay de esas características entre aquellos que hoy tienen en sus manos el timón del Estado.
Por: Hugo Alonso halonso@rionegro.com.ar