Roca perdió su mayor inversión privada de los últimos 20 años y la sensación es que los protagonistas de la historia no cuentan todo lo que saben.
La abrupta salida de la empresa NRG Argentina, para instalar en Allen su planta de tratamiento de arenas para Vaca Muerta, hizo reaparecer uno de los rasgos más criticados de la gestión municipal anterior, algo que durante la campaña electoral del año pasado se había prometido corregir.
Según a quién se le preste el oído, podrán escucharse diversas explicaciones sobre las responsabilidades para el final de esta novela. Pero hay algo sobre lo que no caben dudas: los inversores detectaron un clima hostil en Roca.
Es difícil pensar que una empresa del mundo petrolero no esté preparada para lidiar con funcionarios de distintas escalas del Estado. Cuesta creer que alguien haga un anuncio de semejante magnitud, deposite 10 millones de pesos de seña por un predio y luego salga espantado hacia otra ciudad. Es evidente que algo -o alguien- rompió todos los moldes de la negociación.
“Misteriosamente, el día que íbamos a firmar, la empresa nos dice que se va a otra ciudad”, dijo la intendenta María Emilia Soria en una entrevista radial.
La administración del Estado no es compatible con los misterios. De las manos del municipio se escaparon 700 empleos, a partir de una inversión de $ 8.250 millones, cuatro veces el presupuesto de la ciudad para el 2021. Por lo tanto, deberían surgir más detalles para transparentar todas las etapas de la negociación hasta llegar al fracaso.
La jerarquía de un intendente impone ofrecer explicaciones concretas, alejadas de una simple burla del destino. Además, la responsabilidad institucional debería conducir en este caso a terminar con los rumores y sospechas que sembraron referentes de la Uocra (incluso en videos que se viralizaron) sobre las razones de la ruptura con los dueños del proyecto.
Y si hubo una acción perjudicial del gobierno provincial, de un funcionario o de un exrepresentante de esa gestión, sería conveniente no usar medias palabras o mensajes velados. Los roquenses necesitan conocer la historia con todas las letras, para saber en quién confiar la administración de sus recursos.
Porque el problema no sólo es NRG. Es también la deuda ante el sector comercial de la ciudad, que ahora debe conformarse con captar una ínfima porción del movimiento económico que genera una empresa de esa magnitud. Sólo un centenar de sueldos dentro de ese rubro inyectarían mensualmente no menos de 8 millones de pesos. Será Allen quien se quede con la mayor parte de ese enorme flujo de dinero.
El otro efecto colateral está en la imagen ante otros inversores. No aclarar lo que sucedió con NRG implicará cargar el peso de la desconfianza cuando se busque a otros interesados en el Parque Industrial.
Además, no hay que olvidar que la Secretaría de Producción y Desarrollo Sustentable fue el gran sello distintivo con el que inició su gestión la intendenta con respecto a los cuatro períodos de su padre y de su hermano.
Menos de un año después de asumir, perder la oportunidad más importante de despegue y diversificación de la economía local obliga a preguntarse cuánto cambió realmente en el vínculo del municipio con el sector privado. Ese tejido estaba dañado, la promesa fue remendarlo y por ahora, los hilos no encuentran punto de conexión.
Por: Hugo Alonso halonso@rionegro.com.ar