El término blindado parece exagerado, pero con el escenario de este tiempo nada parece ser demasiado cuando de prevenir se trata. Otros prefieren utilizar el término sitiado, pero a los efectos de la cuarentena son más o menos lo mismo.
Eso es lo que se hizo, parcialmente, en Roca en los últimos días. Sitiar, cerrar accesos para que solo entren y salgan de la ciudad los seres y vehículos necesarios y autorizados. Y aunque genera malestar en algún sector de la población, es parte de las medidas que tienden a proteger a la gente y a evitar los contactos innecesarios porque todos podemos ser portadores del virus y no saberlo.
Roca, como el resto de las ciudades de Río Negro hicieron una correcta lectura de cómo están las cosas en la provincia. Nación dio la voz de alerta cuando dijo que Río Negro estaba complicada.
Es cierto que no es fácil este tiempo de encierro y menos cuando entra en juego el escenario económico que condiciona muchas acciones familiares. No trabajar es para muchos, más de los que se imaginan, no tener ingresos y por lo tanto es la delgada línea entre comer o no comer. Pero no hay chances de obviar estas medidas porque es tan delicada la situación que la salud es la que manda.
El mal humor de la gente es creciente, pero el enojo es más un modo de descargar angustias cuando reina la impotencia, las escasas precisiones de no saber cuándo puede pasar todo esto y cómo quedarán las cosas después. Ese enojo no tiene destinatario puntual, la gente está enojada con el presente porque los tiene a todos atrapados en sus casas sin poder trabajar y para colmo con la angustia de un virus que está en todos lados.
Es el momento donde las dosis de paciencia y comprensión deben ser grandes, cuando hay que hacer un esfuerzo extra por no descargar esos enojos en la primera tensión.
Roca, como el resto de las ciudades de Río Negro hicieron una correcta lectura de cómo están las cosas en la provincia. Nación dio la voz de alerta cuando dijo que Río Negro estaba complicada.
Es cierto que no es fácil este tiempo de encierro y menos cuando entra en juego el escenario económico que condiciona muchas acciones familiares. No trabajar es para muchos, más de los que se imaginan, no tener ingresos y por lo tanto es la delgada línea entre comer o no comer. Pero no hay chances de obviar estas medidas porque es tan delicada la situación que la salud es la que manda.
El mal humor de la gente es creciente, pero el enojo es más un modo de descargar angustias cuando reina la impotencia, las escasas precisiones de no saber cuándo puede pasar todo esto y cómo quedarán las cosas después. Ese enojo no tiene destinatario puntual, la gente está enojada con el presente porque los tiene a todos atrapados en sus casas sin poder trabajar y para colmo con la angustia de un virus que está en todos lados.
Es el momento donde las dosis de paciencia y comprensión deben ser grandes, cuando hay que hacer un esfuerzo extra por no descargar esos enojos en la primera tensión.